En Montecelo, cada chico recibe una atención particular, porque cada uno es distinto.
Cada grupo de siete acampados, tiene asignado un monitor que participa con los chicos en todas las actividades.
Los monitores pertenecen a las asociaciones y clubes colaboradores: universitarios y jóvenes profesionales, normalmente antiguos socios, que con gran dedicación ayudan a cada chico a mejorar humanamente a lo largo de todo el campamento.
Además, un sacerdote católico está, de igual manera, a la libre disposición de todos los asistentes.